viernes

Cuando es noche en Okinawa

104

     Pensé que íbamos a pelearnos por los barrios, pero parece que todos te dan lo mismo… Está mirando el diario; le acerco un té mientras él sigue marcando avisos.
     No me dan lo mismo, pero cada uno me entusiasma por distintas cosas.
     Cada fin de semana vemos casas amplias, chicas, con jardín, sin fondo, con alfombra, raras, con cerámicas, ventiladas, oscuras. Nos preguntamos cuál será la nuestra.
     Siento que nado en línea recta hacia aguas serenas. Que donde vaya será con mi locus amoenus adentro. Si pudiera, le diría a Vicente: en el barrio que quieras, mi amor, cerca de ese reino donde soy capaz de dejar que las cosas acontezcan, donde no tengo que protegerme del propio miedo porque me guía un instinto poderoso, y todo es, como en los sueños, sin necesidad de explicaciones.



No hay comentarios:

Publicar un comentario