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Éramos viejitos, Vicente, viejitos y felices.
Se hunde los ojos con el pulgar y el índice, en un gesto muy de él. Pone la almohada a modo de respaldo y se incorpora.
Estábamos en una especie de carruaje con cabeza de dragón, ¡Isao era el chofer! Nos llevaba a una plaza donde se tomaba mate, pero era Okinawa, de eso estoy segura.
Estábamos en una especie de carruaje con cabeza de dragón, ¡Isao era el chofer! Nos llevaba a una plaza donde se tomaba mate, pero era Okinawa, de eso estoy segura.
Trata de sonreír, muerto de sueño.
Se despereza y lanza un bostezo de animal prehistórico.
Había empezado a llover. Eran gotas puras y livianas. Y nosotros paseábamos del brazo entre unas flores que eran como la Santa Rita que vemos desde el balcón del living…
Se despereza y lanza un bostezo de animal prehistórico.
Había empezado a llover. Eran gotas puras y livianas. Y nosotros paseábamos del brazo entre unas flores que eran como la Santa Rita que vemos desde el balcón del living…
A media tarde me acuerdo de lo más importante. Lo llamo al taller y le digo que en el sueño nuestra vejez era un profundo y largo diálogo en uchinaguchi.
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