sábado

Cuando es noche en Okinawa

90

     Como era muy distraída perdía cosas todo el tiempo. Un verano anduve aferrada a un pastillero de lata donde guardaba “corazoncitos Dorins”. De pronto desapareció y esa vez sentí mucho la pérdida. Las cosas no se pierden solas, ¿dónde lo dejaste?  Los reproches de mi tía me llegaban como cascotazos incomprensibles mientras yo miraba al vacío, creyendo que las cosas estaban o desaparecían por leyes enigmáticas.
     Tuve con Guido un diálogo imaginario. Me preguntaba por sus abuelos. Yo le decía sus nombres, los señalaba: la mamá de tu papá, el papá de papi. De los míos le contaba, mi papá se fue al cielo, mi mamá no sé dónde está.
     Y él se sorprendía: ¿Dónde la dejaste, no te acordás?

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario