jueves

Cuando es noche en Okinawa

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     De nuevo en Okinawa. Estaba con Guido. Los dos nos decíamos palabras que sonaban como golpecitos ahuecados en una caja de bambú. Eran palabras que nos hacían reír. La risa de Guido se parecía al fluir de un arroyo ligero. Yo lo llevaba a upa, y en algún momento, tomaba carrera y pasábamos por debajo de un manto de agua en el que brillaban cristales de hielo. No me acuerdo más.
     Pasé todo el día deseando permanecer en ese sentimiento. Miraba a Guido, lo alzaba y hacía una carrerita por el living queriendo que nos bañara el agua cristalina, que nos entendiéramos risueños en una lengua nueva para los dos.



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