sábado

Cuando es noche en Okinawa

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     Cuando estoy tranquila ordeno la ropita de Guido, que va cambiando de talle cada semana. Me gusta que sus cosas estén limpias y prolijas en los cajones del mueble que Vicente barnizó. Mientras doblo los pijamas y los enterizos pienso mucho en Okinawa, en el reverso de estas horas que yo paso con mi hijo, como si algo me reclamara desde lejos. Entonces dejo lo que estoy haciendo y voy a buscar fotos para Isao.


  

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