martes

Cuando es noche en Okinawa

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Más de una vez empiezo mintiendo pero después de la mentira, termino contándole cosas de las que no hablo con nadie. Cosas que hacía tiempo no recordaba. Al final, me enredo tanto que me es imposible distinguir lo cierto de lo inventado.
También él espera mis visitas y creo que los dos nos aliviamos con esa charla fabulada en el mostrador, mientras Guido se entretiene mirando los pececitos que van y vienen ondulando por el agua. Cuando vuelvo a casa me siento mejor.


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