19
A las dos de la tarde Guido duerme profundamente, sumergido en la cadencia acompasada de su respiración. Imagino la sonrisa incrédula de mi vecino y sus ralas cejas arqueadas, no dejás dormir a nadie con esa música, la placidez de mi hijo desmintiéndome. Hoy no voy a ver al tintorero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario