12
Busco acomodarme al ritmo electrónico, entrar en su armonía. Pero no encuentro conexión entre esos acordes monótonos y mi propia letanía de madre somnolienta. Guido y yo suspendidos en el balcón, dejándonos estar mientras miramos la Santa Rita florecida, el aleteo veloz de un colibrí, y de pronto, como si vinieran de ultratumba, empiezan a sonar los acordes punzantes de otra época de mi vida. Los recibo con el disgusto de volver a sentir un dolor que creía sanado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario